Por alguna razón durante la primera etapa de la cuarentena forzosa me llamaron la atención algunos perfiles. No porque no existieran antes sino porque algunos se ven más y otros se ven menos.
En un intercambio virtual con un colega filósofo, muy conocido por sus trabajos sobre la cibercultura, comentamos sobre algo que pasa con algunos estudiantes, que hoy no tienen más alternativa que encontrarse con nosotros a través de alguna plataforma online. Sin citarlo textualmente, una síntesis honesta sería algo así como “la posibilidad de la caída de los pre-supuestos entre los jóvenes”. Algunos que no somos tan jóvenes y pasamos por varias lecturas críticas, además de diversas crisis, sabemos que los supuestos pueden caer. Nadie sabe qué efecto puede tener eso y menos de qué forma se re-estructura un mundo que hoy anuló masivamente actividades y relaciones y cuya actividad económica y financiera cae como en tiempos de guerra. Sobre mañana no sabemos nada a pesar de que varios proponen ideas aventurando ese futuro, como bien lo resume Sandrone sobre Zizek, Agamben y Byung-Chul Han, que también tiene la versión de Yaccar en Página 12.
Una forma gráfica fue aportada por Friedman en FT en su viralizado artículo sobre los líderes: es como manejar en la niebla mientras nos gritan desde atrás. Otros se dedican al acopio de material para pensar como lo hace Morozov en un listado público que crece día a día y otros tantos que proponen documentos colaborativos de análisis.
De manera bastante desordenada se me ocurren algunos pre-supuestos que por momentos parecen moverse.
El momento de los dilemas
En un Zoom con personas interesadas en estas cuestiones discutíamos el “problema” (como cosa mala) de tomar decisiones frente a algunos “dilemas” (como cosa lógica), y yo me quedé con algunas ideas, más allá de la catarsis que suele tener su espacio en estas videoconferencias.
El viejo dilema del trolley sigue siendo útil porque nos da un marco para analizar algunas decisiones. Con todas sus variantes, y también con las nuevas: el “dilema de la última cama” cuando el triage (palabra que se hizo muy conocida) detecta un caso grave, o cuando se trata de una persona mayor (link a las recomendaciones éticas para el triage en Italia). Utilizamos muchos dilemas similares para analizar cuestiones de diseño tecnológico, como los coches autónomos, pero ahora hablamos de discutir los criterios de decisión (y los pre-supuestos) cuando hablamos de vidas. Hay varios comentarios con respecto al valor de la vida (de todas las vidas) como lo plantea Ana Carrasco Conde en este video, o el papa Francisco en su homilía solitaria.
Discutimos con la misma estructura de dilema frente a la decisión de privilegiar la economía, o de privilegiar la salud pública. Al menos estas son las opciones típicas que se plantean país por país. En modo caricatura: Argentina optó por privilegiar la salud, Brasil optó por privilegiar la economía. Luego, si la economía queda en segundo plano, es posible que además genere varios problemas sociales, especialmente en sociedades con grandes cantidades de personas vulnerables. En mi opinión hay una apuesta al timing, ocuparse de la emergencia sanitaria para luego ocuparse de las emergencias económicas, luego se verá si esto es posible. Durante la discusión apareció la idea de que se trata de un “falso dilema”, dado que podría existir una tercera y cuarta vía. Seguimos conversando sobre la realidad de esas otras vías, sin mucho para concluir (especialmente porque terceras opciones implican cierto plazo).
Cuando se explica el dilema del trolley se presentan dos decisiones posibles, que pre-suponen cosas diferentes. La vía kantiana se basa en que no debe tomarse una decisión particular que no pueda ser universalizable. Esto quiere decir que si decido que alguien muere en un caso, aceptaría que muera en cualquier caso, lo que es difícil de generalizar y por lo tanto, no debería decidir sobre la muerte en particular. La vía pragmática es la del menor daño. Si dejando morir a alguien salvo a muchos más, entonces es una mejor decisión, que puede no ser deseable, pero en la cuenta de daños “da mejor”.
Los pre-supuestos de la vía kantiana y la vía pragmática, a veces no expresamente, se plantean en muchísimas discusiones. Todos conocemos personas que sostienen “principios intocables” mientras que otras se concentran en un problema concreto, y lo juzgan solo en ese caso particular. Estos pre-supuestos, ¿se reforzarán? O, por el contrario, ¿se cuestionarán?. ¿Cambiaría un pre-supuesto kantiano para un médico frente a la última cama? ¿cambiaría un pre-supuesto pragmático cuando un familiar infectado grave tiene 80 años?
Para Martin Gak, este dilema es falso “Who we are the day after the pandemic will largely depend on the choices we have made as a society during this crisis”
El papa
En Argentina se discute mucho en torno a la figura del Papa, sin embargo prefiero pasar por alto los juicios acerca de su grado de peronismo o su agenda de entrevistas con ciertos personajes. Prefiero hacer foco en un punto que creo muy importante: este Papa tiene la virtud de asociar la Fe con diagnósticos sobre la realidad muy precisos.
La Carta Encíclica Laudato Sii es un ejemplo de diagnóstico contundente, un llamado de atención muy bien informado sobre lo que no estamos viendo en conjunto acerca de nuestra “casa común”. Por eso se la llamó mediáticamente “Encíclica Verde”, aunque el diagnóstico va hacia otras dimensiones del problema, no únicamente el “verde”. Esto significa que para el no creyente también hay un mensaje, algo que debería valorarse en una institución con vocación “urbi et orbi”. Cito el “diagnóstico”:
En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo.
Se trata de un párrafo que condensa pre-supuestos. Algunos que comenté en otros posts sobre el desarrollo tecnológico, pero que también está asociado a las velocidades (que hoy pre-suponemos como aceleradas sin posibilidad de control) y que también hipoteticé bajo la idea de la “profecía autocumplida”: todo se acelera porque prometemos acelerarlo, sino veamos la curva de expectativas de Gartner (hype cycle).
Dispara sobre lo poco atentos que estamos a las guerras, que son muchas, y por el planeta. Pero la oración de cierre resume claramente el foco de este post: continuar “imperturbables” es pensar que todo aquello que funda nuestra forma de vida nunca cambiará, que todo continuará “como siempre”, y en muchos casos “mejor” (como difunden los optimistas ingenuos). El remate es contundente: pensamos mantenernos sanos en un mundo enfermo. Tarde o temprano, el mundo enfermo nos enferma. Los que pre-suponían que estaban sanos (tal vez porque son fit, y hacen deporte con una credencial médica en su billetera) tienen en este mundo “pequeño gracias a la globalización” (otro pre-supuesto) a otros que ni siquiera tienen agua. La conclusión es evidente: y Francisco lo resume en “nadie se salva solo”, contra otro pre-supuesto bastante generalizado.
Los Estados, sus equilibrios y las finanzas
Algunos pre-supuestos que producen certezas descansan en algún lado. La ciencia, el Estado, las pseudociencias, la Fe, hay muchos depósitos de certezas. Pero cuando las certezas caen, caen los pre-supuestos. Cae el “argumento cero” desde el que pensamos.
En la misma sesión de Zoom se discutía sobre la oportunidad que tienen los Estados para fortalecerse en torno al acceso a servicios básicos, como los de salud. Pero muchos Estados estarán quebrados dentro de poco tiempo, luego de agonizar durante mucho tiempo mientras preferimos ver que los Estados (como institución) estaban en crisis. Esto es lo que plantea Innerarity sin oportunismo: ya lo había escuchado en una conferencia en Buenos Aires planteando que es necesario un modelo de gobernanza (que no es lo mismo que gobierno) global, afirmando que debe ser un “equivalente funcional”… con todo lo que ello implica.
Los esquemas de gobernanza son más “horizontales” que “verticales”. Si así fuera, ¿la financiación de los Estados quebrados bajo qué condiciones se daría?. ¿Utilizaríamos el mismo concepto de crédito del usurero que presta a tasas astronómicas cuanto mayor sea el problema financiero del que deberá devolver el dinero?. Esto es lo que se mide con el Riesgo País… más riesgo, más tasa.
¿Utilizaríamos el mismo criterio de “equilibrio fiscal”? Este equilibrio es el que hoy se encuentra completamente enterrado entre ataúdes que no pueden ser enterrados: un país virtualmente congelado jamás podría tener equilibrio fiscal, y mucho menos aquellos que ya lo tenían como objetivo virtualmente imposible de lograr.
En algún momento tal vez aparezca una especie de “amnistía” de deudas. Flota en el aire. Podría emerger la idea de “no pagar” ciertas cosas (que no es un default, porque en ese caso la deuda permanece y se renegocia). Hay muchísimas cuestiones técnicas con los impuestos y la cadena de pagos, pero me llama la atención cómo en algunos casos, cuando algo se vuelve evidente, se plantean pagos en cuotas sin intereses.
El interés es una vieja discusión, empezando por Santo Tomás de Aquino, siguiendo por el principio de que el dinero hoy vale más que mañana, y que naturalizamos pagando intereses. La lógica del interés inundó todo intercambio económico. Pero no todo intercambio económico es un negocio. Si no se trata de un negocio, ¿todo interés podría considerarse usurario? ¿Podría temblar este pre-supuesto? De hecho, parte del desprecio de ciertos grupos hacia el mundo financiero tiene que ver con esto. El pre-supuesto de que cada acción económica en la vida es un negocio está tan arraigado que incluso algunos proponen la “educación financiera” en las escuelas.
Privado, público, común
Vuelve a aparecer lo común. Francisco habla de la “casa común”, pero no solamente él. Los límites entre lo privado y lo público marcan buena parte, si no la totalidad, de nuestra forma de entender casi todo lo humano. Lo que no hace un privado, lo hace el Estado, o una combinación de ellos. Otro pre-supuesto.
No soy yo precisamente un impulsor de la permacultura o cosas por el estilo, pero si advierto que nos falta un espacio para colocar cosas que tienen que ver con lo “común”, que es distinto de lo “público” y lo estatal, sobre lo que escribí bastante, por ejemplo aquí y aquí.
La famosa frase de Salk cuando le preguntaron por la patente de su vacuna contra la polio (otra epidemia) es un gran ejemplo: ¿se puede patentar el sol? Queriéndolo, o no, Salk puso bajo la misma categoría algo común y natural como el sol y algo artificial que ancló en lo común como su creación científico-tecnológica. Esa categoría es la que nos permitiría acordar qué cosas no podemos gestionar bajo la apropiación privada, pero tampoco bajo la apropiación estatal.
Colocar el clima en esa categoría parece algo obvio, aunque no terminemos de asumirlo. El acceso al agua, o el agua misma, también. Luego de semejante alboroto en los sistemas de salud de los países, ¿no valdría la pena pensar en la salud como algo común? ¿Qué tipo de régimen de protección tendrá la vacuna que están buscando?
Cuando Innerarity habla de algún esquema más cooperativo, ¿no tiene como condición previa el acuerdo de qué cosas son comunes?
Chantas y estudiosos
En los medios se dedica un espacio importante a los consejeros que proponen cómo ordenar nuestra vida durante el encierro. Por supuesto los primeros que se anotan son los apóstoles de lo positivo (incluso algunos que inexplicablemente postulan que lo que yo crea cambia eventos naturales, para ponerlo en blanco y negro). Un fracaso de nuestro ejercicio de análisis racional de las cosas. Otros divulgadores de memes que no pueden sostener salvo a través de discursos sofistas como “somos energía” (lo que es falso, primero porque en todo caso es incompleto; y segundo, porque la forma de justificarlo se basa en una interpretación equivocada – e interesada, o interesadamente equivocada – de la mecánica cuántica).
Afortunadamente ciertos comportamientos en encierro tienen otro tipo de observaciones más confiables como los estudios realizados entre submarinistas nazis, o reclusos, y hay preocupación por la violencia doméstica bajo estas condiciones.
El punto es qué tipo de conocimiento tenemos acerca del comportamiento en confinamiento. Imagino que alguien debe haber mirado un poco los estudios que existen para que, además de las apelaciones a la voluntad ciudadana, a veces disfrazadas de heroísmo, tengamos en cuenta que esta experiencia no será inocua.
Si no es considerado, entonces triunfa el pre-supuesto de que es posible controlar el comportamiento humano en distintos contextos indistintamente.
Miedo
Algunos grupos exageran, y siempre terminan en el mismo punto de repetir una idea en plan militante, denunciando la aparición del “miedo” como acción planificada. Pero el miedo es un pre-supuesto que parece moverse. ¿A qué cosas le teníamos miedo? Probablemente a algunas, o a ninguna. Tal vez a la falta de empleo, a que se caiga en el avión en el que estás, entre muchos otros ejemplos. Pero el miedo de salir a las calles o de morir porque un virus puede alcanzarte en cualquier momento parece un miedo más transversal y básico. Desal publicó mucho al respecto, asociado a un panorama social que califica de “manicomio global”
Para los fans de Foucault y sus alrededores, es el mejor experimento para reforzar sus ideas, y no lo ocultan. Incluso describiendo esta situación como de experimento social, a través de una suerte de triunfo de la intención del control de los cuerpos por parte de los poderes.
Es preocupante la aparición del miedo, o mejor: el quiebre del pre-supuesto del no-miedo, porque, además de generar un stress difícil de soportar por tiempo prolongado, puede generar un imaginario apto para discursos restrictivos. Algunos comparan la diseminación del miedo con el crecimiento del discurso de Hitler sobre la Primera Guerra Mundial. Puede parecer exagerado, pero depende cómo vayamos procesando ciertas cosas. Por ejemplo, un titular que anuncia los resultados de una encuesta que en la mayoría de los casos aprueba el cercenamiento de derechos para no propagar la pandemia, no parece ayudar. Menos todavía que en la Europa que había logrado un gran pacto luego de la Segunda Guerra comiencen a erigirse ejecutivos plenipotenciarios, que para Touraine ya estaban y que hoy pueden tener una oportunidad.
El miedo puede generar pre-supuestos para aceptar más mecanismos de control.
La guerra contra el virus
Sin entrar en la trillada tapa de revista que anunciaba que “vamos ganando” que en perspectiva se condena en cada estudio que se realiza sobre el tema, hay algunos discursos que van en el mismo sentido con el coronavirus. La malvinización del virus. La guerra contra el virus puede ser un recurso literario, pero no tiene mucho que ver con la realidad.
La unidad nacional contra el coronavirus no es malvinización:
1) La guerra de 1982 la provocó el gobierno, la pandemia no.
2) El gobierno actual es democrático.
3) La oposición actual tiene potencia electoral y parlamentaria.
4) El objetivo de esta ‘guerra’ no es matar, es vivir.— Andrés Malamud (@andresmalamud) March 25, 2020
Si se insiste en la idea de la guerra, vendrá acompañada de su épica. Entonces definiremos al virus como algo que debemos vencer, un pre-supuesto derivado es que de debemos movilizar todos nuestros recursos en favor del objetivo estratégico de su derrota.
“El enemigo que no se ve” describía bien lo que se estudió como “guerra asimétrica” en situaciones en las que participa el terrorismo. Pero lo estamos aplicando al virus. Confunde. No se ve porque es microscópico, y sigue los procesos de cualquier virus. Ninguna enfermedad es una guerra. No tenemos conflictos de intereses con el virus, ni podríamos tenerlos.
Creo que hay que medir las metáforas para evitar triunfalismos épicos otorgados a actores equivocados. Estaríamos trasladando nuestra atención de los médicos e investigadores hacia los políticos. Tampoco podemos pre-suponer que los científicos deben ser soldados.
Pero hay otra faceta: económicamente la baja de actividad no se distancia mucho de la de una guerra. La presencia de militares en todos los países es cada vez mayor. Ojalá que en el primer caso prime un enfoque de construcción (o reconstrucción) con objetivo de contención amplio. Ojalá que en el segundo no se pierdan de vista las libertades y la paz.
Si no terminamos de entenderlo, comparemos la situación con la que describía Charly cuando pedía que no bombardearan Buenos Aires.
Filias y fobias tecnológicas
Hay una oportunidad para pensar las relaciones entre tecnología y sociedad (o tecnología en sociedad como dice Hernán Miguel). Especialmente aquello que tiene que ver con la política. De hecho, esperamos ansiosamente una vacuna (desde mi forma de entenderlo, una creación tecnológica).
Más que las ideas de Winner (valiosísimas), podemos pensar en las de política tecnológica de Quintanilla, que en sus derivaciones actuales tienen que ver con el gobierno de las tecnologías, dirigirlas, idea que suscribo cuando planteo que debemos dar sentido a la técnica. Esto rompe con el pre-supuesto de que el desarrollo tecnológico es ingobernable y autónomo.
Dado que no está fuera de decisiones que se toman, y contradiciendo a los fóbicos tecnológicos, Darío Sandrone muestra una contradicción en su columna habitual:
Ante esta demonización de la tecnología en manos del Estado por parte de Agamben y Byung-Chul Han, conviene traer a la discusión un aspecto clave que ambos omiten. Justamente, uno de los problemas de esta pandemia es la falta de máquinas en los hospitales, puntualmente de respiradores artificiales. La colosal infraestructura digital que se ha desplegado en el planeta en pocas décadas contrasta cruelmente con la raquítica infraestructura tecnológica del sistema sanitario. Incluso, los países “desarrollados” no pueden conseguir unos cuantos miles de ventiladores para asistir a los cuerpos convalecientes. Esta asimetría se cristaliza en el doloroso protocolo que han establecido los médicos italianos. A los pacientes con pocas probabilidades de sobrevivir, en muchos casos porque no les han podido conseguir un respirador mecánico, sí les proveen una tablet digital, que abundan en el mercado, para que puedan despedirse de sus familiares y seres queridos.
Hay alguna relación entre los fílicos tecnológicos y el pre-supuesto del progreso y tecnologías cada vez mejores (¿mejores para qué?), y entre los fóbicos y el pre-supuesto de la imposibilidad de dirigir su rumbo. En cualquiera de estos casos queda de lado la posibilidad de su control, que es parte de otros pre-supuestos, algunos orientados a la exaltación de decisiones individuales y otros asociados a valores (principalmente sociales). Esto está detallademente explicado por Feenberg y adaptado a la enseñanza tecnológica por Giuliano.
Lo que pre-suponemos sobre qué es la tecnología define buena parte de cómo pensamos sobre nuestra relación con ella.
La educación online
Desarrollé algunas ideas sobre este tema ya que entre mi experiencia de enseñar online y esta situación en la que se produce una estampida de enseñanza online en todos los niveles educativos también existen pre-supuestos sobre la enseñanza y la tecnología.
En primer lugar la diferencia entre el estudiante como ente administrativo y el estudiante en su situación de aprendizaje (no solo se trata de lo que sea a distancia, también se trata de qué le pasa a un chico en la Villa Rodrigo Bueno), cuestión que se vuelve más relevante en esta situación.
En segundo lugar el pre-supuesto del reemplazo de situaciones de aprendizaje por funciones técnicas, que no pueden considerarse equivalentes.
El rol del docente, como si diera lo mismo “estar” que no estar, y cómo hay que trabajar en el “estar” cuando no se comparte el espacio físico.
Asociado a pre-supuestos sobre la tecnología, están los pre-supuestos herramentales de la educación que por lo general están muy lejos de un proceso de aprendizaje significativo.
Este post presenta más detalle al respecto.
Pre-supuestos en crisis e incertidumbre
“La convivencia cotidiana con la incertidumbre” es un artículo de José Luis Luján y José Antonio López Cerezo que resume brevemente el marco de nuestra vida actual. La palabra “actual” es interesante, porque en el encierro experimentamos que nuestra actualidad es muy diferente de la que teníamos hace unas semanas, y muchos prometen que la actualidad en los próximos será distinta a estas dos. Sin embargo hay algo que permanece, solo que en episodios de actualidad inmediatamente anteriores no lo teníamos tan en cuenta: la incertidumbre.
Asociado a lo que llamé el “pre-supuesto del no-miedo” los autores afirman:
Así se explica la aparente paradoja de que a mayor nivel de vida, mayor atención sanitaria y mayor longevidad en una sociedad, un mayor número de riesgos alcanzan visibilidad pública y causan alarma entre la población. La cuestión clave es que cuanto mayor es el conocimiento y los medios técnicos, tantos más daños potenciales son identificados como riesgos y más graves son las atribuciones de responsabilidad dados los recursos disponibles.
Matizo esta paradoja que parece incompatible con el no-miedo: no estaba tan clara en el imaginario general tal idea de riesgo, aunque ocurra efectivamente lo que ellos plantean. Probablemente porque lo que ocurre es lo que describe José Antonio Lopez Cerezo en su libro “La confianza en la sociedad del riesgo” con respecto a la ciencia, que en tiempos de coronavirus es una de las mayores depositarias de confianza:
La ciencia, en el imaginario social, habla con una sola voz: la voz del conocimiento infalible y sin incertidumbres. Es una imagen alimentada desde la propia ciencia por sus divulgadores habituales y sus portavoces institucionales; es la imagen de la ciencia en la publicidad y en los patrocinios, y también el mensaje que suele encontrarse en los materiales escolares. (pág. 12)
El pre-supuesto de que la ciencia es infalible y libre de incertidumbres está equivocado, tal como continua López Cerezo en los párrafos que siguen a la cita. En este punto es interesante la diferencia que desarrolla entre el riesgo técnico y la percepción del riesgo, que interviene decididamente en la aceptabilidad social del riesgo. Es posible calcular el riesgo técnico, pero hay diversidad en la percepción: entre expertos y población, y entre individuos de una población.
El concepto de sociedad del riesgo tiene un desarrollo considerable en el pensamiento, recogido sistemáticamente en el libro que dialoga por ejemplo con Ulrich Beck, Niklas Luhmann, o Anthony Giddens.
Una cita especialmente relevante en tiempos de cuarentena es:
Una tercera característica es la politización del peligro en la sociedad actual. Muchos de los daños que en el pasado se atribuían a la naturaleza, al destino o a seres sobrenaturales, y se veían así como peligros inevitables; hoy son habitualmente imputados a acciones y decisiones humanas, y, por tanto, se les otorga la forma de riesgos. Decir de algo que es un riesgo no solo es hablar de daños potenciales para la salud, sino también imputar responsabilidad a algún agente social por acción o por omisión de la acción (Luhmann, 1991). El peligro se transforma así hoy en un problema político y en un resorte para la movilización de los agentes sociales en la arena pública. (pág. 19)
Una buena pregunta en estos días es a quién se imputan las responsabilidades, dado que podemos percibir varias instancias posibles. Ocultamiento del gobierno chino, poca atención a los papers que anunciaban epidemias desde 2007, la inversión en los sistemas de salud (incluso en aquellos lugares que brillan en la geopolítica), entre otros.
De paso: gracias por los reconocimientos en el final del libro 🙂
Las teorías conspirativas
Para cada pre-supuesto hay una teoría conspirativa
Para cada teoría hay detractores y viralizadores. El tiempo dirá…
Una lista muy corta
Lo que presuponemos es parte de la base para interpretar las cosas. En este post incompleto quedan fuera muchos de ellos, que por ahora no imagino, en una colección de micro-reflexiones, que además genera más preguntas: ¿cómo interpretarán esto los más jóvenes?, ¿qué tenían como seguro y que hoy se está moviendo?, ¿qué daban por sentado?, ¿cómo gestionarán la incertidumbre?, ¿cómo construirán la noción del “otro” a partir de esto?, ¿qué sentido le darán a la institución “Estado Nacional”?, ¿cómo cambiará el gran pre-supuesto de la globalización?, ¿y la democracia?…
Todo esto puede pasar como pasaron algunas gripes y en un par de años ser un episodio más con una entrada en Wikipedia. También puede ocurrir que entre todos los pensadores que desean que ocurra algo nuevo asociado a sus convicciones, realmente cambie algo. Puede que perdamos cuestiones básicas que valoramos. Por el momento, los capitanes timonean en emergencia, ¿reflexionarán cuando se tranquilice?
Mientras tanto, además de quedarnos en casa, podemos revisar las metáforas de las pandemias recopiladas por Nora Bar para hurgar entre ciertos supuestos de otras épocas.
La pandemia y sus metáforas https://t.co/IoRIsZrMKs via @LANACION
— Martín Parselis (@parselis) March 31, 2020
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