Libro Nanotecnología, descubriendo lo invisible

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Ana María Andrada es la autora del nuevo libro “Nanotecnología, descubriendo lo invisible” de Editorial Maipue. Ella misma me pidió que leyera críticamente su libro y que lo presente en la Feria del Libro el pasado 1 de mayo en la sala Adolfo Bioy Casares. Lo que sigue es una transcripción aproximada de mi presentación.

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Conozco a Ana María desde hace más de 10 años, y como ocurre con los nanomateriales, no nos juntamos por nosotros mismos sino que nos juntaron para algunas actividades académicas. Desde ese momento aprendo constantemente y valoro especialmente las experiencias conjuntas, que van desde compartir distintas cátedras e investigaciones hasta la prestación de servicios profesionales.

Comparto con ella una característica de nuestros caminos profesionales y académicos: aunque desde disciplinas diferentes, ambos venimos de las ciencias duras, y en algún momento comenzamos a ocuparnos de qué nos pasa social y culturalmente cuando entramos en contacto con la tecnología. Nos convocan algunos temas comunes como las redes, la educación o la comunicación, y también algunas cuestiones epistemológicas de la ciencia y la tecnología.

Ana María afirma vehemente cuando ha pensado bien las cosas, cuando sus días de investigación fueron suficientes, y cuando, además, es capaz de expresarlo. Este proceso está presente en el sustrato de este libro que, a primera vista, es una pequeña ventana a su enorme capacidad de relación y pensamiento, por eso no me extrañó encontrar que hablamos de tecnologías nuevas conectadas con la Antigüedad, de distintas expresiones culturales asociadas, de aspectos éticos y regulatorios, y todo esto en un estilo que es a la vez rigurosamente conceptual y práctico. Lo bueno es que podría hacer lo mismo con una enorme variedad de temas.

Decidí tomar sus propias palabras en forma textual: “es un libro que quiere poner la nanotecnología en manos de la gente” y debo decir que luego de leerlo considero que el libro debería lograrlo.

Algo tan cotidiano como la tecnología, e incluso la dimensión técnica propiamente humana, es algo que se convirtió en una cuestión de estudio “seria” hace muy poco tiempo. Tal es así que fuimos educados bajo la idea de que “todo eso” es una simple cuestión instrumental, y sobre la que entienden “los que saben”: científicos, ingenieros, etc.

Entre todos los cambios profundos en el pensamiento que se han producido, o al menos manifestado, en la segunda mitad del Siglo XX, uno de ellos es que la tecnología ha sido puesta como objeto de estudio e interrogación. Esto dio como resultado una mayor apertura hacia la comprensión de esta dimensión humana fundamental, la técnica. Como marca de la época dejó de ser una disciplina propia de técnicos para ser mirada desde todas las demás, aunque el diálogo entre ellas aún está lejos de ser habitual.

Así, las visiones industrialistas y economicistas que tenían algunas coincidencias con las cientificistas se vieron acompañadas por filósofos, sociólogos, psicólogos y antropólogos. Uno de los resultados de este proceso está encarnado en los Estudios CTS que, a grandes rasgos, integra muchas de estas disciplinas a veces con objetivos concretos como el diseño de políticas públicas, la participación social en tecnología o la divulgación científica.

Particularmente, este es un libro de divulgación científica. La complejidad de un área de la ciencia y la tecnología puesta en términos que todos podemos entender sin destruir conceptualmente las cuestiones esenciales de los fenómenos involucrados.

Para ello, y siendo parte del estilo de Ana María, logra integrar distintas aproximaciones a la cuestión que van más allá de lo propiamente científico-tecnológico. Así el cine y la literatura son espacios que ella también explora para dar cuenta de la preocupación por lo diminuto. Y esto no es neutral. Me permito acudir a la música para dar una pincelada: en la Modernidad la matemática era el lenguaje que, se pensaba, tenía plena correspondencia con los fenómenos de la naturaleza. Pero la matemática no es más, ni menos, que un lenguaje. Es la misma época en la que el lenguaje musical clásico se asumía como la expresión de la música. Pero el lenguaje musical no es más, ni menos, que un lenguaje. Los fenómenos naturales y la música se redescubrieron durante el siglo XX en parte por la posibilidad de observar mejor y más profundamente en la constitución de cada uno de estos campos. Observar y manipular átomos y moléculas es de la misma época que observar lo diminuto del sonido. Ambas cosas nos obligan a repensar los conceptos y a nosotros mismos. Desentrañar lo diminuto en el sonido generó una revolución conceptual en consonancia con otras expresiones que están mencionadas en este libro, y con la ciencia. La música electroacústica obligó a repensar todos los conceptos musicales previos convergiendo, como otras ramas, con la ciencia y la tecnología. Descubrir lo invisible (y lo audible, en este caso) es parte de esta época y en todas las expresiones humanas.

Si bien el interesarse por todas las cosas no es algo que esté de moda, es necesario volver a pensar que el hecho de entender nuestra época para poder operar sobre la realidad debería ser algo valioso. Este libro de divulgación es, para quienes tienen esta actitud, un camino para saber más, y eventualmente ser parte de la discusión pública sobre la tecnología y aún más allá poder hacer una lectura crítica y tomar posición en el desarrollo de algo tan grande que nos involucra a todos. ¿Por qué digo que nos involucra a todos?

La energía, el calentamiento global, las biotecnologías y las nanotecnologías son temas centrales en la discusión pública en ciencia y tecnología. Todos los países mantienen estas discusiones y gestionan la realidad comprendiendo que se trata de tecnologías de alcance global, que los excede, sobre los que no hay soberanía territorial, con consecuencias que no admiten fronteras.

Tecnologías que nos ponen en la situación de abrir juicios sobre el riesgo. El riesgo porque algo malo pueda ocurrir, y también el riesgo que implica el no saber, más que el saber, como lo indica Beck.

Dicho esto creo haber respondido a la pregunta de por qué este libro es importante. Ahora quisiera comentar por qué este libro, además, es interesante.

La nanotecnología puede entenderse solamente si nos adentramos en el mundo de lo invisible, no por inmaterial sino por lo pequeño que es. Cortamos pedazos de madera, pero no diseñamos la madera. Sabemos que la madera está hecha de cosas más pequeñas, como los átomos. Pero nuestra experiencia cotidiana es con la madera. Vivimos en un sandwich de escalas, y percibimos que estamos en medio de este sandwich: así como tenemos idea de los átomos, vemos que existe un universo habitado por objetos muy lejanos. La pequeñez de los átomos es tan inquietante como el concepto de “años luz”

La nanotecnología es la tecnología que se desarrolla en la escala del nanometro (es cero-coma ocho ceros y un uno), como dice el libro: “un nanometro es a la una pelota de tenis lo que una pelota de tenis a la Tierra”. En esas dimensiones aparecen leyes físicas que no son relevantes en la escala en la que solemos medir las cosas, y esto es parte del origen de la cuestión… podemos hacer cosas diferentes en esta escala.

La mecánica del gran Newton no puede describir los fenómenos que ocurren a nivel molecular, y esta fue la frontera que ayudaron a mover Bohr, Heisenberg, Born, Pauli, Einstein, Planck y Schrödinger, quien formalizó matemáticamente la mecánica cuántica (la mecánica que explica cómo ocurren las cosas en esta escala). Sin el desarrollo de la física cuántica sería difícil pensar en la manipulación y explotación de las propiedades de la nanotecnología.

Estos personajes han hecho sus aportes universales en el entorno de los inicios del siglo XX (algunas décadas antes y después del 1900). 100 años después aún tenemos el prejuicio de la exactitud y la capacidad de determinación de las ciencias duras que estos hombres lograron quebrar nada menos que en la primera de las ciencias, la física. Fueron los anfitriones de la indeterminación y la incertidumbre, de las probabilidades y de la observación de elementos indefinidos en la propia constitución de la materia. No extrañamente es el mismo siglo en que es posible explicar una gran diversidad de fenómenos como sistemas caóticos.

Los habitantes de ese mundo diminuto son, entre otros, las moléculas, que hoy pueden ser “acomodadas una por una” para fabricar materiales que no existían, con propiedades increíbles, para combinar moléculas vivas con moléculas no vivas, para trabajar al nivel del ADN o para construir máquinas diminutas que interactúen con cualquier molécula de cualquier tipo, en el espacio, en el agua o en el cuerpo humano.

Tal como está expresado en el libro, Feynmann sobre la mitad del siglo pasado afirmaba que “hay mucho lugar en el fondo” y Drexler decía “Puestos en orden de una manera, los átomos componen aire, tierra y agua. Con otro diseño, los átomos forman fabulosas fresas frescas”. Estamos en el borde de hacer de la materia lo que querramos. Estamos también, como consecuencia, en condiciones de discutir nuestras responsabilidades ante tal poder.

Los materiales que conocemos se multiplican (la tabla de elementos de Mendeleiev y sus actualizaciones), la distinción entre natural y artificial debe repensarse: debemos transitar el camino desde el extrañamiento entre la idea simple de utilizar los materiales disponibles hasta la posibilidad de diseñar nuestros propios materiales, vivos, no vivos e híbridos.

Como la tecnología no surge espontáneamente también existe un espacio para identificar a los personajes que han contribuido a que esto sea posible, y también a las distintas organizaciones de todos los países que se ocupan de fomentar, producir u observar el desarrollo de la nanotecnología. Y en este espacio también se encuentra la Argentina donde la nanotecnología tiene un desarrollo considerable. En este contexto es fundamental revisar el Principio de Precaución como eje ético del fomento al desarrollo tecnológico y la cuestión del patentamiento como ventaja, pero también atendiendo al fenómeno de la privatización del conocimiento.

No es ocioso plantearnos la tarea de pensar estas cosas en un mundo en el que implantamos genes de un organismo a otro, creamos materiales nuevos y en algunos casos de comportamiento impredecible, intervenimos en las neurociencias para operar sobre comportamientos y nuestra mente, conceptualizamos y modelizamos informáticamente para el control de robots o para la emulación de procesos mentales humanos. Todo a nivel atómico y molecular.

El libro incluye todos estos temas bajo un orden que le da sentido y totalidad: situarse en lo diminuto, recorrido histórico detallado (se trata de una historia milenaria, aunque su explosión se produce a partir de Feynmann y está plagada de científicos y premios Nobel), los instrumentos que construyen la nanotecnología (debemos imaginar máquinas capaces de acomodar átomo-por-átomo), los nuevos materiales y sus aplicaciones (materiales cuyas propiedades son imposibles con los materiales naturales), los productos de consumo que ya tienen compuestos nanotecnológicos (que son miles y en diversos mercados como el deporte o la cosmética), y una revisión sobre los cambios epistemológicos que supone una disciplina de este tipo, además los cambios sobre la lógica de las inversiones en nanotecnología.

Todo este contenido se desarrolla en algo menos de 200 páginas, lo que da la idea de un libro denso, en el sentido de que ninguna página está de más.

El otro punto interesante es la combinación de datos rigurosos y recursos que conforman la constelación de contenidos del libro. Ana María es experta en integración de medios, de modo que nuevamente ha publicado un libro que sale del libro hacia un DVD con recursos audiovisuales, un blog en permanente actualización donde además interactúa con lectores, y “pastillas” dentro del texto impreso que enfocan la atención sobre puntos importantes.

En el mismo sentido puede decirse que cada capítulo puede ser leído en forma independiente dado que se contextualiza en cada uno de ellos los conocimientos y saberes mínimos para comprender el tema central.

Es decir que bajo un formato de integración de medios logra transmitir las bases fundamentales de la nanotecnología en un lenguaje propio de la divulgación científica que es un aporte para expertos y no expertos, para saber más, para entender mejor nuestro tiempo.

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