Que las zonas oscuras no nos achaten

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Un tweet de Juan Carlos Lucas me recordó algo que había visto ayer: la cuestión de la discriminación en las Redes Sociales. Discriminación entendida como una suerte de desprecio a otros por algún motivo como raza o religión. Lo que siempre ocurre cuando pasan estas cosas, y sobre todo cuando se hacen públicas, es que las instituciones tradicionales inmediatamente reaccionan con las soluciones arcaicas basadas en el control.

Las redes sociales tienen su comportamiento, los que se burlan de alguien no pueden estar toda la vida haciéndolo. Se extinguen solos. Los grupos con discursos extremos también se agotan, o cambian. Esto no es lo que opina Lubertino, quien está preocupada por el control y la aplicación de alguna ley que seguramente no está pensada para la Web, bajo el supuesto de que alguna podría ser aplicable.

Dicen que el que discrimina comete un delito, porque alguien dictó esa ley. Y las leyes aparecen y también desaparecen, por lo tanto ciertas leyes del sistema jurídico son relativas. Discriminar está mal, más alla de la ley. No está mal por ley. Por lo tanto el problema no es que sea un delito… es más profundo que eso.

Si distintos contextos y épocas requieran de leyes específicas diferentes, ¿por qué no, entonces, distintos entornos vitales?. ¿Por qué no observar qué sucede con estos grupos a lo largo del tiempo?, tal vez nos demos cuenta de que no pueden sustentarse en el desprecio. Y probablemente desaparezcan solos.

NOTA APARTE: la opinión de Susana Finquelievich sobre este punto y sobre la amplificación que produce Internet a este tipo de posiciones también está orientada al control. Pero siguiendo su razonamiento debiéramos prohibir la mayoría del contenido que circula todos los días en todos los medios en todo horario…

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