Mito y maduremos

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Ya lo decían: nunca hay que hablar de religión, política ni fútbol para conservar la amistad. Parece una tontería pero es efectivo. Hace un año moría Néstor Kirchner, hace menos de una semana su esposa obtuvo un 54% de votos para continuar su presidencia, hace menos de un día hubo sentencia de condena a varios protagonistas de la ESMA, mientras se persigue a quienes buscan/ofrecen dólares, la inflación sigue muy saludable, hay toneladas de cosas bloqueadas en la aduana, 678 pega donde duele a medios de comunicación y cualquier cosa que identifiquen como “opo” y cualquiera que pretenda esbozar una duda es maltratado.

En 2003 el apoyo a Kirchner era marginal, en 2010 su muerte inició el proceso de mitificación, que también fue bastante efectivo. En esos años construyeron un poder que no se veía desde el 83, caracterizado por muy poco diálogo y por identificar enemigos que se persiguen hasta su destrucción, material o moral. La mitología nos juega en contra: cuanto más se cree en el mito, peor es la vuelta a la realidad, porque madurando un poco se supone que abandonamos los mitos. Néstor y Cristina son símbolos que tienen fuerza por la mística que han sabido construír de la mano de muchos grupos que no habían tenido referentes políticos fuertes.

No se puede invocar mitos cuando se busca diálogo político sincero. De hecho, la misma idea de “militancia” necesita al mito. Hay un momento para todo, la militancia puede ser una buena motivación para expresarse en una concentración, pero no es un elemento útil para la conversación. El mito instrumentaliza a la persona en favor de la mística. Esconde la verdadera dimensión de la persona. Simplifica su complejidad y las circunstancias históricas.

Tal vez el indicador más claro de que la militancia obstaculiza la discusión es el discurso único. Universidades, ONGs, agrupaciones sociales, defensores de DDHH, actores, periodistas, etc. dicen exactamente lo mismo. De hecho es imposible (y me pasa constantemente) plantearle a un militante que la inflación es un problema, o que reflexione sobre el nivel de compromiso que tenía Néstor cuando armó su estudio de abogados. Es decir: poner a las personas en el plano humano.

Si todos dicen lo mismo hay algún problema, y una de las causas es la mitificación. La militancia conduce al deseo de vivir la vida del mito. Pienso que hay que abandonar los mitos, hay que volver a la realidad, porque allí estamos todos viviendo nuestras vidas. Algunos optan por mantenerse al margen, y suelen tener muy buenas razones. Pero creo que vale la pena la conversación, en tanto se deje de lado el discurso monolítico y pueda apelarse a la razón.

9 responses on “Mito y maduremos

  1. xulen

    Todo es ilusión menos el poder. Hay que ser cuidadosos a la hora de tan solo sugerir que una parte del mundo vive conforme al mito. Quizá el logos que parecés reivindicar no sea otra cosa que un mito con más tiempo de horno. Me pregunto inclusive si no es una visión mítica la del diálogo plural y respetuoso, una visión en la que, por cierto, considero vale la pena militar. Una militancia de concentración (que es una palabra escabrosa) me parece inútil. Sostener algo como eso “por el bien del diálogo” me hace acordar a esa pretensión rousseauniana que, cosa curiosa, anulaba el momento deliberativo (como momento de construcción de fuerzas) para entregarlo a un ejercicio puro de manifestación volitiva general.
    Me resulta extraño que alguien desconozca la problemática inflacionaria, pero me resulta más interesante aún, que se tienda a desconocer los procesos ideológicos que juegan en la propia constitución de una problematización determinada. Estoy usando ideológico como eso de “tomar la parte por el todo”. Plantear el problema inflacionario como un logos diseñado para aporrear la ineficacia de la administración pública de turno y pretender que un militante de la administración pública de turno preste el lomo para ese garrote es una pretensión excesiva. También es un trabajo de quién sostiene un logos determinado, refinarlo como para -si ve que lo confunden con un “opo”- hacer una crítica constructiva de su propio discurso. Perder una elección o ser coyunturalmente una minoría no exime de responsabilidades cívicas, por el contrario debería incentivarlas.

  2. Martín Parselis Post author

    ¿”el mito con más tiempo de horno” podría tender a ser un paradigma? porque de ser así es más razonable en términos de bases sobre las que discutimos plantados en la historia, que lo inapelable de un mito a secas. Entiendo el sentido en el que te mandás con que todo es ilusión, aunque el poder se construye sobre ella también, no hay primero poder y luego ilusión, sino que hay poder según las ilusiones de turno, en todo caso algo más relacionado a lo físico, como la fuerza, pareciera ser condición del poder en el sentido de tu cita.

    El logos, el logos… la “opo” es una ilusión construida ideológicamente, no?

    La única idea del post es criticar al mito como inhabilitante del movimiento de ideas, como algo que cristaliza y congela, y que además no tiene ni siquiera perspectiva histórica como para darle un mínimo toque de realidad y del lugar en la historia. Es el a priori burdo de forzar un lugar dentro de la historia y no esperar su reconocimiento posterior. Es un absurdo simbólico cuyo único objetivo es encolumnar monolíticamente un discurso. Es hacerlo inalcanzable, perfecto, modelo, de manera que todos querramos ser como él, o que nos sintamos protegidos. La ilusión es eso, pero una ilusión del tipo de los espejismos. Puedo no saber si algo de una ilusión se corresponde con las cosas, pero en un espejismo sé perfectamente que no se corresponde.

  3. julian

    Quizá eso sea un paradigma. Yo soy un proletario Martín, pero mi prole tiene forma de bits y en ellos me apoyo para llegar a viejo y el único poder real de los de mi condición está codificado en la gastronomía o la Ley del vientre; más tiempo de horno en estas circunstancias, lo único que refiere es que no he participado en la receta. Independientemente del sabor (cerquita del saber) y la abundancia, a mi esas cosas me hacen mella. Yo creo que a duras penas podemos entender aquello que hacemos (y este es el sentido epistemológico del experimento). Los mitos pueden potenciar la capacidad de acción y la capacidad de acción retroalimentar las ideas. En toda acción humana significativa vas a ver que hay mucho de mitológico y yo no podría aventurar que la acción humana significativa tenga por característico la cristalización y congelamiento, prefiero una visión optimista que ponga lo mejor en el camino y el lugar al que me dirijo.

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