El comunicador emancipado

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Por el momento parece que el mundo de la comunicación no entendió del todo bien el último medio siglo. Las mismas respuestas que se ensayaron en diversas áreas se aplicaron a la comunicación sin demasiadas consideraciones, bajo el supuesto erróneo de que se trata de un fenómeno que puede ser analizado desde un punto de vista estrictamente social.

Como en otras áreas, por ejemplo la tecnología, hay intentos por encontrar principios “esenciales” en lo profundo de la historia para iluminar la comunicación en nuestros días. Así, la comunicación interpersonal como las técnicas primitivas se proyectan de diversas maneras intentando explicaciones incompletas y a veces ingenuas. La aparición de tecnologías de difusión masivas obligó a la evolución de estas explicaciones utilizando a veces a la sociología para dar cuenta de los fenómenos de masas.

Una creencia común dentro las perspectivas sociológicas es la de la ostentación del rigor científico basado en instrumentos cuantitativos, rara vez matizada por sus propias limitaciones como las interpretaciones previas a las mediciones, la construcción de modelos, y principalmente al alcance de las conclusiones. Rara vez se discute sobre la posibilidad de generalización de hipótesis a partir de los métodos cuantitativos aplicados a las ciencias sociales.

Como ya observaba Winner, la explicación sociológica sugiere que aquello que es objeto de representación, diseño o trabajo de los grupos estudiados no tiene ninguna importancia. Por ello lo importante son los orígenes y las consecuencias sociales de los fenómenos y nada más merece explicarse. Así se forma un modo de entender fenómenos que constituyen lo que se denomina determinismo social, donde no hay diferencia entre el estudio de la tecnología, la comunicación o la política. Este tipo de aproximación a veces confunde y no siempre es útil para la prospección y para imaginar escenarios futuros.

El triunfo del capitalismo en sus distintas versiones y las distintas configuraciones institucionales del mundo han dado buena cantidad de espacio de desarrollo para la comunicación. Lo que es obvio pero que vale la pena subrayar es que no existe posibilidad de comunicación global (e incluso local) sin intermediación tecnológica.

No es casualidad que el desarrollo de la comunicación, desde que algo puede llamarse “medio”, siempre está ligado con el desarrollo tecnológico. Sin embargo, una buena parte de los comunicadores no tienen la menor idea de la estructura de las tecnologías sobre las que ejercen su profesión.

Esta ignorancia, muchas veces deseada e incluso defendida con argumentos lamentables, es funcional a mantener un modo de statu quo sistemático en la comunicación. Por supuesto hay vocaciones para “hacer siempre lo mismo” y otras orientadas a la innovación. Lo que está claro es que comunicar siempre del mismo modo no parece ser el futuro volitivo del fenómeno.

La ignorancia sobre la arena del comunicador está jugando una mala pasada a los comunicadores en los tiempos de Internet. Se sabe que una revolución tecnológica está asociada a una cultura tecnológica en una comunidad dada y en un momento histórico. Esto hace que las analogías aplicadas a nuevas tecnologías suelan mirarse desde las perspectivas de otras tecnologías. Así, con las nomenclaturas tradicionales, se habla de Internet como medio de comunicación masivo, por ejemplo. Internet no es un medio, y no es masivo desde el punto de vista de todas las teorías sobre medios masivos de comunicación (especialmente desde su configuración, con todo lo que ello implica)

Esta confusión está enraizada en la más profunda y deseada ignorancia del comunicador con respecto al espacio tecnológico en el que se desarrolla. Así las cosas, no saben qué hacer frente a la irrupción de redes sociales, las conversaciones, la construcción colectiva del conocimiento, etc. mientras diversos periódicos dejan de imprimirse y nuevos dispositivos canalizan y reintermedian un negocio que hace muy poco les pertenecía.

Los comunicadores se commoditizaron, del mismo modo que se pauperizaron otras profesiones como los médicos y los profesores. ¿Cuál es la importancia del comunicador? no hay una respuesta sencilla a esto, pero sí es bueno recordar que un comunicador no es un medio de comunicación. Otra obviedad. Un medio es una organización, diseñada, gobernada, que constituye una constelación controlada de voces sociales. Un comunicador es una persona que tiene sensibilidades y habilidades especiales para comunicar, finalmente, ideas.

La ignorancia tecnológica del comunicador es funcional a los medios, porque son los que controlan (¿controlaban?) las tecnologías de los medios tradicionales. Dentro de la organización mediática está incluido el know how y las estrategias de adopción tecnológica, como también el formateo del modo en que los comunicadores deben trabajar.

La emancipación conceptual con respecto a su arena tecnológica por parte del comunicador le otorga un poder que antes estaba reservado exclusivamente a las organizaciones de medios. El comunicador emancipado es aquel que prescinde de los medios tradicionales para ensayar nuevos modos, que en la Web proliferan todo el tiempo. Un comunicador sin apropiación tecnológica es un comunicador condenado.

¿Cuál es el rol social que podría tener un medio de comunicación en unos pocos años? ciertamente uno más restringido que el que tienen hoy. No es necesario comprar un periódico para estar informado, aunque puede ser significativo como espacio de análisis. El tono ensayístico parece ser el futuro de los medios tradicionales, de nosostros depende que sea de calidad.

La posible revolución no es la de los medios sino la de los comunicadores. La condición para que se produzca está en la integración del comunicador con las tecnologías generando un fenómeno emergente explicable más desde lo cualitativo de las redes que desde lo cuantitativo.

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