El final de la máquina de escribir

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Insisto mucho en mis clases sobre las distintas dimensiones que se sintetizan en los artefactos. Como estoy convencido de que los análisis macro sobre la tecnología (desde la sociología, por ejemplo) no son suficientes para explicar qué nos pasa con ellas, propongo a los artefactos como esas cosas que nos cambian en forma tajante el modo en el que vemos el mundo. Un supuesto: además de lo técnico los artefactos sintetizan una dimensión antropológica-cultural.

Nuestra relación con los artefactos puede asemejarse en algo con nuestra relación con los juguetes (para los niños no veo que haya diferencia…). Desde que minimizamos el tiempo entre nuestros deseos y su satisfacción comenzamos a tener generaciones de niños que no aman a sus juguetes. Como tampoco hoy, de grandes, valoramos a los distintos artefactos que nos rodean.

Hace algunos años un mismo artefacto podría durar una vida: en una vida no había espacio para muchos de ellos. En cambio, durante una vida de este tiempo estamos relacionados con una cantidad de artefactos jamás vista. Incluso en un mismo año, solemos cambiar de modelo o características de nuestros compañeros artificiales.

Una notebook dura al menos 20 veces menos que una máquina de escribir. Tampoco tienen la misma función, es cierto. Tampoco comparte su función con un teléfono celular, ni con un automóvil, ni con un juguete a control remoto. Pero todos coinciden en que duran poco.

¿Qué amor se puede tener por algo que se posee por poco tiempo?

El “amor” a estos objetos cuando se anuncia que la última fábrica de máquinas de escribir ha cerrado tiene un peso particular. Periodistas y escritores más de una vez dieron una relevancia enorme a este objeto, incluso muchos la han utilizado como fetiche anti-tecnología (sin prestar demasiada atención a que en sí misma también lo es).

Tal vez se trate del sobreviviente (hasta este anuncio) de toda una era, de una modernidad que mecanizó la expresión textual. Y asistimos a su muerte. Deja de fabricarse un símbolo central de la intelectualidad de una época.

 

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